DEL HOMBRE-MASA AL "H@MBRE DEL POPULACHO"

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DEL HOMBRE-MASA   AL  "H@MBRE  DEL  POPULACHO"

Por Ricardo Larug

En Colombia el típico perfil de "hombre-macho" nace del “chacho del populacho” (aunque se niegue desde el término hasta su encasillamiento) y entre ellos se destaca el obrero-futbolista, el mismo del “roscón y la gasimba (pan y gaseosa)”, el de los partidos de futbol-callejero en los horarios intermedios de su trabajo o el “micrero-tomatrago de amargas” de fin de semana, además del trabajador “levanta-codo” de tienda-bar y rana(juego), y que no decir del empedernido billarista y fumador cuasi-ejecutivo ... todo un singular listado de hombres que también engrosa el desprevenido taxista y cuya “barrigota” delata su ignorancia en materia de conciencia corporal aunque sí permanezca atento a la de los demás.

Se trata de hombres autóctonos, orgullosos de sus protuberantes masas, de sus elevadísimos niveles de colesterol y glicemia, además de erigirse en virtuosos exponentes de "la sociedad des-informada" y despreocupada de "sí mismos y de su corporalidad" ... contrario a la realidad de sus hijos: “raperos, Skates y bici-crosseros” para quienes los retos de las urbes(calles, andenes, parques de barrio, barandillas, escaleras, etc) forjaron la historia de sus cuerpos y que pese a tener una extraña relación con lo virtual aún no han sido totalmente sus víctimas gracias a la falta de plata…(todo ello visto desde la visión sedentarista). 

Pero mientras los varones colombianos se han refugiado en éstos clásicos tipos de comportamiento, Una gran mayoría de mujeres han sido obligadas a odoptar estilos de vida que no son propios y han venido tejiendo la historia de su propia corporalidad con base en represiones y comportamientos machistas(la mayoría fomentados por ellas mismas) que poco a poco han sucumbido a una tendencia postmoderna que también ha abusado de sus voces y deseos de libertad y que las convirtió -desde un punto de vista mediático- en un simple producto sociocultural de consumo masivo. En éste tipo de mujeres caben aquellas que solo piensan en cómo se ven y cómo se perciben ...  realidad desde la cual se explota su cuerpo para imponer modelos de vida basados en necesidades mercantilistas pero no en la razón.

Esos modelos de vida han sido adoptados especialmente por las más pudientes, "las de tetas de silicona, spa y gimnasio, narices de quirófano, cachetes de botox, odonto-sonrisas reconstruidas y camionetas de narco", las super-exponentes de la "cultura nini"(ni trabajan, ni estudian), mientras desde la otra esquina miran con cierta envidia aquellas damas que sólo han tenido como realidad inmediata su hogar, las mismas que viven la corporalidad de "los otros" desde las "telebobelas" y que sólo sienten la propia desde los oficios de la casa, es decir: desde la esclavitud de la cocina o desde la crianza de sus hijos…

En medio de éstos dos tipos de mujer viven las féminas colombianas con características de guerreras, laboriosas y estudiosas, pero con personalidad consumista: compradoras compulsivas de todo lo que se publicite para adornar, vestir y maquillar sus cuerpos. De ellas, un buen porcentaje sólo viven su corporalidad en función del disfrute del fin de semana. Son las chicas del "juernes" de rumba, del viernes de farra, del sábado de "machuque" y del domingo de "des-enguayabe". Las mismas que hacen ejercicio on line mientras arreglan sus uñas, tinturan sus dañados cabellos o están desprogramadas pegadas al facebook.

Esta misma historia ha sido re-escrita por algunos adolescentes y exponentes del postmodernismo cultural y los miembros de las llamadas “tribus urbanas” de tendencia “visuals”, es decir “los cuasi-rebeldes hijos de papy” para quienes la reverencia a lo estético se confunde con su ansiosa búsqueda de identidad y por lo cual no dudan en copiar los lenguajes corporales más extremos, los comportamientos más extravagantes, las modas más “estrafalarias” y los movimientos corpo-culturales más rebuscados extraídos de las sensaciones musicales más radicales del momento.

Cabe recordar que la corporalidad de los “Visuals” se caracterizó por su exagerado culto por lo estético (visual se refiere a la apariencia) su sub-estilo de vida se basó en las bandas de “heavy metal”(Rock pesado), incluso algunos de ellos evolucionaron hacia los llamados “floggers”, una tendenciosa moda muy ligada a los sitios web, donde posteaban sus fotos para que les dieran “ like”  por su apariencia física y belleza estética, a la mejor manera de los jurásicos perfiles griegos. Sus opuestos fueron los “enfermizos gamer”, video-jugadores por internet o por cualquier otro medio digital y para quienes pensar en lo corporal era solamente posible con base en lo virtual, pues no se criaron con chupos y teteros sino con nintendos, playstations, Xbox o video-consolas. 

Mientras todos  éstos tipos de hombres post-modernistas seguían en aumento, otros surgían para abusar libremente de sus cuerpos: para perforarlos, tatuarlos, maquillarlos y  peinarlos  de formas audaces…mientras en medio de ellos se gestaba otro modelo de actores sociales más digitales y más virtuales que nunca. Se trata de los millennials, los centennials y los nuevos h@mbres de la generación Alfa….quienes sólo se relacionan a través de las redes sociales y a quienes les cuesta tener amigos y conocidos de carne y hueso, personas más independientes en lo económico pero muy dependientes digitalmente y con estilos de vida diversos con trabajos virtuales mucho más sedentarios.

A pesar de ello son h@mbres más conscientes de sus cuerpos y corporalidad. Más liberados sexual y políticamente. Más actualizados y analíticos…Personajes que han convertido a sus celulares, tablets, audífonos inhalambricos y smartwatch  en una extensión más de sus cuerpos…incluidos "los influencers" . Todos ellos individuos que hacen ejercicio físico y espiritual ayudados por una comunicación vía WhatsApp o una App especializada. Hombres y mujeres que cambiaron sus formas de interactuar después de una pandemia que amenazaba con destruir parte de la humanidad... o por lo menos combatir la super-población. 

Pero no por todo ésta nueva realidad hay que desconocer a quienes están al otro lado de la acera. Los del rebusque, los invisibles…los relegados…los olvidados…los marginados…hijos de los menos afortunados, ahhh y los desplazados(campesinos y migrantes-foráneos), quienes recurren a sus cuerpos para subsistir: son domiciliarios en bici, pilotos de bici-taxis, o artistas de calle: malabaristas, zanqueros, tragafuegos, mimos y vendedores de su pobreza. Seres humanos que usan los semáforos como su territorio y hacen de su corporalidad un todo, pues no poseen un capital más valioso que “a sí mismos”. No conocen otra verdad...pues para ellos el mundo de la virtualidad es casi inalcanzable...solo la usan para  el mínimo básico(subsistir) y para quienes la caprichosa, ridícula y costosa “sensiblería” del resto de la población es impensable.


De las contraculturas estéticas metrosexuadas al hombre post-orgánico:

Las nuevas formas de “comportamiento” han hecho que el ser humano de hoy, el h@mbre postmodernista, no sólo comience a escalar posiciones histórico-generacionales sino generistas, como nunca antes había sucedido, posturas que rayan no sólo con su apogeo bio-tecnológio sino con su “liberación socio-cultural”. Visión que se reafirma a diario con los procesos que modificaron las concepciones sobre el hombre y su corporalidad a través de los años.

Hoy no sólo se trata de volver a las posturas organicista-tecnomecanicistas o bio-mecatrónicas para reivindicar lo corporal de los hombres, como ocurrió en el pasado con el modernismo europeo(hombre-máquina), sino que se acuden a nuevas necesidades –incluso contraculturas- que tal vez sean producto de sus históricos comportamientos reprimidos y que llevaron a convertir al hombre en el “mero macho” contemporáneo y posteriormente en “el vigoréxico supermán o super-sayayin" postmodernista de gimnasio.

Estos históricos procesos también transformaron a la típica y sometida mujer casera en una “fiera de armas tomar” hasta liberarse de sus frustraciones, aunque muchas de ellas terminaron por refugiarse en los movimientos comprometidos con el amor libre y la libertad sexual, así fuera “trás bambalinas”, “detrás” de las ropas de una marimacha o –en su defecto- de una declarada lesbiana e incluso de una reprimida ninfómana, mientras los hijos y los nietos de éstas últimas generaciones entretejen las historias de sus vidas desde las nuevas alternativas tecnológicas("Influencers"), es decir desde las redes sociales o desde las frustraciones corporales que heredaron de sus padres y de las cuales cotidianamente intentan liberarse.

Entronanizados en el postmodernismo, los h@mbres han comenzado a re-escribir sus vidas y han dejado atrás sus catalogados aburridos comportamientos de aparentes “homofóbicos” de principios del siglo XX, los de las reivindicaciones sindicalistas que luego comenzaron a engrosar las filas del hombre-masa de Ortega y Gasset, mientras los demás se refugiaban en nuevas tendencias subculturales o se dirigían directamente hacia las alocadas comunidades ""GTLBIQXYZ"" (gay`s, transgeneristas, lesbianas y bisexuales, etc).

Así fue que la especie humana llegó a concebir el reconocido machoman de los /80 el cual evolucionó en el des-coibido transmacho tipo-fashion del /2000 y que hoy asume papeles protagónicos en la realidad mientras se re-funde entre los internautas de la generación digital. Igual sucedió con la liberada feminista de los /70 que contradictoriamente re-encarnó en la chica gomela de los /90 y en la chica plástica del botox, la silicona y el quirófano de principios del nuevo milenio, mujeres que en nuestro medio -- muchas de ellas--- se han destacado por ser “chicas pre-pago” o esposas del “traqueto de turno”, mientras que las demás, las del común, las mujeres-masa, pese a comenzar a ganar la batalla por su independencia de las ataduras de la cultura machista, siguen siendo el sostén de “la mediatizada cultura de masas”. Es decir: son las que económicamente sostienen al sistema ya sea con su propia plata o con la de sus “mariditos”.

La apertura hacia el h@mbre tipo-fashión del nuevo milenio y del super-consumidor digital, se ha dado no sólo por las nuevas tendencias subculturales mercantilistas relacionadas con la “moda retro” y la estética, sino por las posturas seudo-corpo-libertarias mediatizadas que no dudan en acudir al abuso de la apariencia física o –en su defecto- a la práctica de la “profesión más antigua de todas” para conseguir escalar posiciones en el mundo del trabajo. (Ver: “el corazón del hombre” de Erich Fromm).http://www.lecturalia.com/libro/18490/el-corazon-del-hombre

Dicho fenómeno más que un aparente renacer de la sensualidad, del narcicismo, del erotismo, de la belleza y de la seducción, se ha convertido en una excusa cuasi-oculta que intenta bajar el tono de un nuevo “round” entre los “dos” sexos, pero en ésta oportunidad desde y con base en la corporalidad.http://www.letra.org/spip/article.php?id_article=622Una batalla por el poder, por las oportunidades, por el protagonismo mediático desde lo digital, por la competencia que genera el tratar de subsistir en el mundo de la postmodernidad y que según el filósofo y sociólogo francés, Gilles Lipovetzky, se da con la aparición del “hombre metrosexual” a finales del siglo pasado, una especie de estratega hedonista que luchó por desplazar a su más cercana rival, a su más férrea competencia: a la mujer... y  con sus mismas “armas”, es decir: sexo, erotismo, sensualidad y resentimiento. Por eso la prioridad del hombre metrosexual fué convertirse con base en su corporalidad(yo-cuerpo) en el nuevo objeto del deseo para reivindicar su histórico papel de “dominio generista”. http://www.robertexto.com/archivo3/fenom_posmoder.htm

Estas últimas tendencias comportamentales postmodernistas  tal vez coincidan con ciertos  pensadores como Marcouse quien para finales de los /50 propuso rechazar todo orden establecido mediante la liberación del eros. Es decir: remplazar  el animal racional por el  animal erótico, lo que supone el desarrollo espontáneo de los instintos sin ningún tipo de represión(Ver: Eros and Civilization (1955)).   El fin: combatir la nueva forma de esclavitud del hombre generada por la tecnología, por lo digital y su nuevo orden social con base en las redes sociales, hacen que ese hombre unidimensional degradado a simple instrumento, carente de autonomía y capacidad de decisión por su exposición a lo mediático, lo han llevado a una alienación desde lo virtual: la pérdida de la libertad, producto del positivismo y del análisis del lenguaje que configuraron una sociedad abierta y opresora al mismo tiempo, basada en el signo racional de la irracionalidad con su modelo de producción (Ver también:  One-dimensional Man (1964)  y su ensayo sobre la liberación en: Five Lectures 1970,).

De todo lo anterior puede concluirse entonces que hoy en día los mecanismos invisibles de la sociedad consumista han instalado una nueva especie de h@mbre basado no sólo en lo corporal e intelectual sino en lo tecnológico, aunque la verdad sea dicha: el protagonismo de éste territorio de la generación web parece prescindir -cada vez más- de lo biológico para dar paso al h@mbre post-orgánico, al hombre virtual y “desmaterializado”, al hombre del “sexo por la internet”, el ciber-deportista(gamer o video-jugador), el de las  APP FIT, los de la era de la inteligencia artificial o como dirían los científicos y los más “engomados” del tema: “la era sub-simbólico-inductiva”.

Se trata de la generación que también vió nacer al hombre “ciborg”(organismo ayudado de componentes mecatrónicos), al ser humano que además de mutar a sexos transgénicos ha transformado sus concepciones basado en la mediatización de lo “transcultural”, sin que por ello haya perdido su esencia en el paso del “hombre-singular al h@mbre-globalizado”, proceso que “travestizó” sus pensamientos y “comportamientos” como requisito para sobrevivir en los competitivos mundos de la realidad y de la virtualidad.   Ver post: El hombre y su corporalidad: Desde Sócrates hasta Llinás


Por: Ricardo Larug.